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la cresta de Limo

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En fín, que la cresta de limo muere hoy aquí. Porque ya no me siento sólo limo... y tampoco sé bien si alguna vez me sentí así. Y si es cuestión de profecías... seguro que algunos y yo volveremos a coincidir por ahí... pero aquí  hubo una visagra de una puerta que estuvo a punto de abrirse o de cerrarse... era una construcción rústica de adobe rojo y había o hubo un pasadizo allí... Abrazos, muchos, a los que os los merecéis y sonrisas inevitables. Os escribo... Ella era sólo limo y si hubiera nacido espuma ... Pero nació de una cresta de limo al atardecer de un sol rojo y oscuro ... y por eso nada en Ella lograba sostenerse... sí, definitivamente prefiero otra sentencia de vida, aunque nadie pueda Creérsela - xD -

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A la noche estoy desesperada por la zurda y el desasosiego hace de mí una presa fácil. Crujo como mimbre. Pero me evado con él en mi sofá y se me trasnocha la preocupación como si fuera leve como un quejido sordo, aunque algo que no soy yo también cruje . Duermo tranquila luego un sueño profundo  que no termina por ser reparador pero si lo bastante sueño y lo bastante confuso. Me chirría algo dentro. Una sospecha. Eso ya a la tarde de hoy.
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Entonces, antes me cuelo en su correo. Ella no ha querido cambiar la contraseña que yo me sabía y descubro camuflada en una carpeta con el título de personal algo que me disgusta horrores y no lloro porque por eso ya no sé: un brote de auto-engaño adosado como un jardín de jazmines y mimosas a ese chalecito de nuestra conversación. Ella me había comentado la posibilidad de endosarle a su terapeuta esa retahíla de dolores que yo le he cincelado al mediodía de esta mañana. Le digo que no me parece sano, quiero decir, claudicar al esfuerzo que supone enfrentarse a eso mismo pero por uno mismo. No escarbar la tierra a dentelladas para sembrar tus propios bulbos o desenterrar para luego enterrar para siempre y por los siglos de los siglos  amén, tus jodidas mortajas. Vamos, hombre, quememos París cándido y a las momias del museo de cera. Eso tendrían que ser ya para nosotras la adolescencia y la niñez. Es que me parece tan ridículo a los cuarenta seguir culpando de nuestros errores a los mismos de siempre. Lo fácil. Lo dulce. Lo irreversible. Yo creo que si uno tiene que divorciarse de los planteamientos circulares tiene que primero aprender a distinguirlos y no preguntar: ¿qué quieres decir?. Y ella ni idea, aunque a lo mejor me equivoco. Pero sé que no y  si no salen a la luz es difícil darse cuenta o al menos al principio. Y yo quiero ganar tiempo. Y a lo mejor también son malas mis prisas. En realidad no las tengo por los resultados sino por la gravedad del asunto. Es que ayer me asustó.  La zurda me Asustó. Yo creo que no me equivoco cuando alguien anda muy cerca de traspasar la frontera de esa línea sin retorno o con regreso difícil. Ella escribe que quiere separarse porque su marido y su madre ... bueno, lo que sea, eso lo  dejo ahí, sólo al gusto del consumidor. Y obvia así todo su oscurantismo. Además es una maldita mentira, una patraña. Un disfraz donde esconder lo único que le importa: la gelidez de sus capitulaciones. Le escribo ahora un mensaje corto porque me he disgustado. No vengas a buscarme despues del tanatorio que no voy a salir, no me apetece y prefiero meterme en la cama. Aunque en realidad lo hago porque sé que voy a delatarme y la voy a acabar cagando todavía más, y como sucedió ayer.. Y también porque sé que iremos a ese bar y puede que esta noche se encuentre allí ese chico al que hace casi quince días que no veo y al que poco a poco me he dado cuenta de que deseo seguir sin ver. El sexo sólo sexo es tan fácil matarlo y te deja el espíritu tan  amainado y tan inapetente cuando muere. Y además  cuando muere es tan difìcil de resucitar nada de él. Creo que me daría hasta... no es pena,  no sé pero verlo delante como 'otro' y no como me gustaba imaginarlo sin terminar de imaginar... Sí, a pesar de las apariencias. Porque yo ahora lo único que recuerdo de esa borrachera  es la resaca de un dolor de cabeza o dos y lo que me temo que voy a recordar siempre: la última factura de Vodafone. Y ese es el mayor dolor: 70 euros del ala por volverme inconsciente o incauta durante un mes.. Aunque me gustaría mucho terminar por recordar sólo  la historia hermosa que fue, que también fue durante algunas horas de una semana espaciada y repartida por cuatro meses entre la primavera y el verano. Si es que la hubo alguna vez, claro, porque de momento ya no la veo por ninguna parte. A eso me refiero. Y después de todo con eso de la zurda he de aprender a confiar en el criterio clarividente de otro que si tanto se parece a mí...  sabrá cómo distinguir. ¿Qué me emponzoña un poco de esto? Joder, es que ella no se dará cuenta pero en ese correo subrepticio no hizo más que escribir otra condena para esa amiga que ahora tanto la enajenaba la idea de no poder defender. Es que lo que más me jode (aunque ella jamás se exprese así) es que te culpen a ti de todo. Y después de todo qué es lo suyo...  sólo me parece una traición como las demás, aunque la entienda más y me preocupe mucho menos, pero como las mil anteriores, o las mil que seguirán y seguirán sin preocuparme. Y yo lo único que quiero es que se mejore  pronto y mintiéndose así no va a poder. Porque doler a mí no me duele ya ninguna cosa ni del pasado ni del presente, y por eso le pedí que cambiase su contraseña, para poderme perder de los entresijos de sus excusas pero no quiso y si no lo hace todo terminará por complicarse mucho más cuanto más traté de esconderlo. Y yo sólo quiero saber callarlo o aprehender. Como cuando ayer me dijo que quería presentarme a aquel alcohólico. Fui muy cruda pero no lo pude evitar. ¿Y para qué me lo quieres presentar? ¿Para calentarle conmigo y así tú poder calentarte con el morbo sintiéndote segura con él mientras no te mojas ni un pelo del coño? Pues no. Yo es que esas cosas siempre las he tenido meridianas. Maldita y jodida comprensión para todo menos para eso. Pero cuanto la agradezco. Y luego sus te equivocas, te equivocas conmigo, ofendidos. Como con el asunto de la psicóloga. Es que era tan sencillo de deducir. Porque no es como yo pero es como yo. ¿Y qué buscaría yo? ¿la tensión sexual? Pues ella lo mismo y por eso siempre elegiría a una mujer.  ¡Y qué bastardos somos con nuestros más bastardos actos!  Ojalá se atreviera a decirle a él lo que yo le dije al hombre de aquella cafetería después de la cena en el chino: ¿Me llevas a tal sitio? Porque eso fue lo primero que ellos hablaron, me refiero a ella y a su marido y así continúan las cosas diecisiete años después, y aunque ella también lo haya vivido como su más largo olvido. Y eso tiene mala cura, ¿o no?
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P.S: Tenéis que perdonarme pero esto es un desahogo sólo que he escrito en cinco minutos y no escribo siquiera para que nadie lo entienda, que en realidad es como sé que me gustaría escribir aquí.
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P.S: He vuelto a leer el correo después de que la misma zurda quiso  enseñármelo y tampoco es que me culpe exactamente de que esa información fuera la causa de su necesidad  impereriosa de separararse de su marido. Simplemente ha perdido la perspectiva con respecto a los hechos. Y lo que  dice  es que se sintió muy traicionada en ese momento y yo no tengo derecho a dudar de que sea así y además, creo que soy incapaz de ponerme en su lugar y por tanto no puedo comprender ni empatizar con lo que siente. Y si yo se lo conté  a ella fue porque no soportaba que ella se juzgase tan duramente cuando él andaba vanagloriándose de tener a su suegra abierta de piernas y  a su disposición cuando él quisiera.  El error lo cometió él porque joder, eso tendría que ser un secreto inconfesable. Pero mira que ir a contármelo a mí que sabe de sobra que soy la amiga de su mujer.

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Ocurre lo que os contaba anoche en esa grabacion en la que os hablaba desde el parque bajo el efluvio de la luz espectral y amarilla de las farolas, que estoy un poco cansada de llevar un diario, que no me apetece demasiado esforzarme en escribir o no acerca estrictamente de mí, que ahora lo íntimo y personal parece estar cobrando o reclamando otra dimensión en mi espacio interior y que quieren aflorar otras cosas o intereses míos. Así que tal vez no cerraré esto del todo o quizás sí pero creo que seguiré comunicándome mayormente con vosotros a través de esos archivos de sonido porque me resulta más gratificante y porque vuestras respuestas de hoy... joder Kepa, la tuya, la de María, con esa premonición, la de Mayte, con sus confidencias, las de Maria Dolores... me han dicho mucho de vosotros, más de lo que creeis. Así que muchas gracias :))

Y Besos

 

- xvii -

Escribo algo sobre el loto negro, escribo algo sobre las fuentes, escribo sobre Fuenlabrada en algún domingo, como una posibilidad casi descartada desde que se pronuncia, y sobre gatos comensales que se pasean por entre las mesas de una terraza  como si fueran palomas... pero luego no me gusta lo que escribo y prefiero dejar aquí sólo esto:

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- Dime ahora lo que quieres que te haga. Pero dímelo despacio, mirándome a los ojos con las palabras más crudas, más ferozmente obscenas que puedan hacernos sentir mayor vergüenza.
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Entonces Gala contestó: 'Reviéntame'. Quedé tan atónito al ver que se me ofrecía mi propio secreto como regalo en lugar de la ardiente proposición erótica que había esperado, que tardé en contestarle. '¿Lo harás?' - oí que repetía. Contesté: 'Sí'.  Y volví a besarla. Duramente en la boca.  Mientras repetía en el fondo de mí mismo: 'No. No la mataré'. Y mi segundo beso a Gala, que era un beso de Judas por la hipocresía de mi ternura... simultaneamente consumó el acto de salvar su vida.  Y resucitó mi alma.
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Dali dijo que esta fue la única mujer con la que hizo el amor. Dali y el instinto de huir. Y yo y mi instinto. Muerte de Lorca.
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Reconozco que estoy bastante apática para lo de escribir. Ya era hora. Amén.

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Minuto uno. Remito a la zurda a una dirección: Carne de psiquiatra. Ayer le comenté esa posibilidad. También lo hablé con su marido pero antes, a la tarde. Después de que él se matriculase en esa escuela y nos dejase poca elección en los días para nuestra actividad deportiva que tendrá que limitarse sólo a dos, los martes y los jueves. Yo he aumentado de volumen un algo desde que abandoné el ejercicio físico hace casi tres meses y la zurda algo más que yo porque ella reparte peor sus líquidos y sus grasas. Y un ejemplo de su inestabilidad es que la crisis que tuvo ayer estaba anexada al hecho de que su cuñada se había puesto a tratamiento con un médico y había perdido esos ocho kilos que ella tanto ambicionaría perder. Pero son etapas, en las que la envidia, el peor mal de la zurda, se le enquista en el ánimo y lo cierto es que la cuñada es auténticamente insoportable. Ayer quise presentarle a V. a la zurda pero ella lloraba en la terraza en  la que estábamos tomándonos aquellas infusiones, la mía con mucho hielo para combatir el bochorno pegajoso que me había hecho insufrible la tarde, y no me atreví a contradecirla. Hace unos minutos le he explicado que hay una diferencia grande entre su familia (ellos están convencidos de que está medio loca) y yo. Ellos quieren que cambie para que termine por plegarse a su adaptación y yo quiero que busque ayuda profesional porque necesito que se sienta mejor y aunque eso  le suponga una orogénesis parecida.
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Y Kepa me escribe... Y maría me escribe... Y ese hombre de labios finos y mirada inteligente con el que contacté después de descubrirle en aquel documental también me escribe... un Telegrama. Dice que me Siente y que le Llego pero que su actividad profesional e íntima es por completo absorbente en estos momentos y que mientras tanto me imagina. En una gimnopedia, dice.
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Las gimnopedias eran unas celebraciones espartanas, como espartana declaró ser su iniciación con Saramago. Y yo por supuesto no le doy prisas. Te espero, le digo.
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De hecho parece que las he perdido. Hablo de mí y de mi proverbial impaciencia para todo.  Y en lo que también me achico es en aquel ¡No! grotesco con el taché al chico de la pista. Y desde ayer tenemos una cita pre-programada aproximadamente para dentro de quince días. Sí, como si fuera una cirugía ambulatoria. Le voy a extirpar el sentido del control y esa será su segunda lección de vuelo sin motor y por supuesto sin paracaídas. En la primera hubo sangre que manó de un modo impertinente e intempestivo. Estás sangrando -gritó horrorizado. Pero quién le mandaría mirarse la polla mientras jodía. Es que aquello sí que era un polvo y punto. Y bueno sí,  para mi gusto hubo  demasiada saliva y bastantes prejuicios machistas  pero también mucha excitación y entusiasmo por parte de él que compensaba. Y una explosión mía de carcajadas, luego, al darme cuenta de lo gracioso que me resultaba todo, y  que casi va a dar con nuestros huesos en aquella curva de la carretera por la que volvíamos. ¡Qué susto me metiste! -exclamó llevándose la mano, desencajado su rostro, al corazón. Pero después ya pareció tranquilizarse porque dentro de lo desgraciada que la aventura había resultado yo no podía dejar de reírme. Pero él me consta   que  siguió  preocupado durante días y semanas porque el sexo había sido tan brutal que temía haberme provocado algún daño irreversible, aunque yo sabía que no, que sólo había sido una Señal de Stop bien gorda. Sucedió en diciembre del año pasado. Pero ahora no sé por qué me apetece ese nuevo intento con él. Quizás porque le he cogido gusto al asunto de la batuta. Es que creo que como directora de orquesta no tengo precio y añoro mucho ese gemido del oboe que no figura en ningún concierto escrito. ¿Me acatarás en todo? -le pregunto. Y él duda unos instantes mientras yo le miro fijamente y sin perderme uno de sus trinos a través de los resquicios de la verja de acero que nos divide.  Ës que me pide compasión mucho antes siquiera de haber comenzado y sus ojos son un poema, como se dice. Me lo cuentan todo. Y a mí me fascina en ese minuto esa primaria  y egotista verdad suya . Lo temerosa que le parece su aproximación incauta a ese abismo que yo soy en lo  desconocido. Pero no me harás daño, ¿verdad?. Me resultaría patético si ese jovencito fuera otra cosa que no fuese ese niño. Es que a duras penas ha cumplido los veintiseis y su programa favorito después de los deportes es esa cosa que ponen en televisión y que sigue o siguió media España pero que yo nunca he visto.. Que si le haré daño me pregunta, párvulo, un tiarrón grande como un armario y de más de metro ochenta y cinco. Pero no te dará vergüenza gigantón. Si  David en tu caso soy yo. Por dios, si este crío (se llama David) me va a matar de la risa. Y a lo mejor es eso lo que me atrae. La funesta grabación que va a resultar ese polvo en diferido. Pues hoy tienes cara de mala -continúa. Sí, hombre de mala de película. Ni siquiera sabe descifrar el oscuro ángulo de mi perversidad. Y por eso, afortunadamente,  le mantendré a salvo. Por eso y porque dentro de lo poco honesta que es su postura... siempre me recuerda que si me ve por la calle y le acompaña su novia no podrá saludarme, y que no quiere que yo piense... Vamos, algo que muchos deberían aprender en vez de considerarse sin motivo y contra toda lógica de lo humano tan irreprochables y tan Decentes
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Y por fin mi abuela se ha dejado caer por el mecánico dentista. Cuando estamos en el portal esperando a que nos lo abran y yo rebusco en el bolso deseando que se materialice ese mechero precario que nunca encuentro, el que lo hace es V., acompañado, imagino, que de una de sus redactoras, y me sonríe. Me has salvado la vida, le digo. Pero él me responde que no lleva fuego encima y yo me doy cuenta de que V. es de los que ganan en simpatía cuando les conoces más.  Luego, cuando el de las gafas y la amabilidad se hace cargo de esa anciana que ya a duras penas logra caminar... me bajo a la calle a gastar en la intimidad de una iglesia esos veinte minutos. Pero, en esta ciudad al menos, los curas deben tener un concepto un tanto peregrino de lo que es la casa de Dios. Y esa puerta también está cerrada a cal y canto, como todas las demás. Así que acabo por sentarme en una mesa lo bastante distante de la que ocupa V. con su redactora y que acababa de enviarme un mensaje avisándome de haberme visto pasar. Pero tampoco le miro, o sea,  que no ta vayas a  pensar que fue aquello que tanto gusté de hacer contigo. Y por cierto, acabo de leer esta frase que tiene tanto que ver con nosotros o entonces quizás es cuando lo he comprendido:
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"La ausencia extingue las pequeñas pasiones y hace crecer las grandes, igual que el viento apaga una vela y aviva un fuego"
      François de La Rochefoucauld, (1613-1680), escritor francés
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Y una cosa que me resultó curiosa... cuando luego en la calle,  y después de haberme entretenido tanto rato frente aquel escaparate con precioso  e inspirador mobiliario de casas de muñecas, mi abuela miró la piedra que llevaba colgada al cuello dijo: Antes creí ver que llevabas un Santo Cristo  y me extrañó porque tú nunca te pones cruces. No, y ella es bastante racionalista y aunque en el fondo sólo sea una comunista contradictoria que reza. Y si tuviera mucho espacio y también mucho dinero creo que me haría con una habitación sólo para esas hermosas mansiones imaginarias, porque inconscientemente elegí un piano y no otro, y un aparador, y una vajilla de porcelana en la que se incluía un primoroso juego de te y una magnífica cama con dosel... Pero entonces quizás también querría una hija, y luego o puede que hasta antes hubiera comenzado a pensar en el amor de un modo diferente. Y en realidad yo para mi casa y sus cosas soy de lo más despreocupado. Así que... por qué diablos mi abuela no puede llevar grabados a sangre y leña los principios más republicanos en la conciencia y luego entre sus almohadas orar desde lo más íntimo del pecho por la letanía que sea.

- xv -

Estoy con Tom Waits 'Cold Cold Ground'. Y en algún momento me escucho hablar en esas grabaciones de cuerpos que se ofrecen en 'ciertas condiciones'. Quiero decir que no me atraen las clausulas con acotaciones al margen, que conmigo no hacen falta, que ya sólo me provocan ganas de regurgitar;  ni el romanticismo sine qua non, y eso lo mismo, ni aquel mira cuan de sentimientos soy pero donde a la larga somos sólo putos fraudes, que no un puto amor, ¿o sí?. Si es que yo ya no me creo nada y después de ti mucho menos. Es que me joden las estrecheces, y me joden las mangas anchas cuando a mí me conviene pero eso tú, claro, no lo veas así. Y me joden, ¿cómo no?, mis jodidos resabios pero cómo explicarlo, no me joden nada cuando me libran de ese te paso la mano por encima porque tú ya sabes qué... No joder, yo no sé nada y tampoco lo quiero saber pero amigos no somos. No te vayas a confundir. Voy al minuto y no me divierte pescar  peces de mentira en barreños de juguete. ¿Será porque amo a los osos polares que follan sobre un colchón? No quiero apéndices ni magos. Aunque tú, tú. Tú eres otro asunto. Será porque te callas porque quieres y no porque tengas algo que ocultar. Vif la naturalidad.
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No sé. Es difícil de explicar si tú no estuviste allí conmigo. Pero seguro que él sí, porque me refiero a lo que poco interesantes que ahora también me resultan a mí los juegos de poder. Qué tediosos. Estoy contigo. Y aunque yo todavía no los 'biensepadescubriralaprimera'. Un dos tres al escondiente inglés. Eso me pasa. Eso y este jodido calor. Y un corto de Isabel Coixet: 'Hay motivo: la insoportable levedad de los carritos de la compra'. Y por qué las ancianitas ya no se tiñen el pelo y van todas con la cana al aire que da pena (¡Qué da pena! Con lo sanas que son las canas, coño, si sobre todo son al aire!). Y por qué un kilo de tomates, depende de donde, ronda el talego.  Carritos de la compra mutilados de hortalizas. Eso era todo lo que observaba el pavo. ¿No habrá mejores cosas de las que hablar en un corto de cerveza? Como si no tuviera ya bastante con mi madre obesa. Y hortalizas pero de otra manera, o especies, el tomillo, el orégano, como defensas Caro-Kann. Eso sí que me gustó. Eso es inteligencia y labios finos en hombre de piel transparente, de aura transgénica.  ¡Oh la inmortalidad! Pues anda y que te den mucho por el saco, payasa. Haz gárgaras. Y luego, o ayer, o antes lo intenté con Leolo pero será por el sudor que no fui capaz. Leolo es seguro para la pantalla del televisor del salón y no para este caprichoso portátil, que en el más agudo gemido o en aquella convulsión se me queda sin batería cuando le sale de los nabos de Dios. Y lo del Léolo de Lauzón no era cagar, no señor. Porque mire usted...
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Y de Nelly Sach no salvo nada, a no ser esos cuatro versos que le envié a él en ese mensaje ayer: 'Tras los labios espera lo indecible/ tira de los cordones umbibicales de las palabras...//' Y seis notas intrigantes que se me vuelan y en las que todas está escrito ese mismo teléfono. Por ejemplo: 'No hasta que sepas qué quiero Dentro'. O '¿qué te parece el 29 de septiembre?'. O 'Estoy segura de que tú polla no se olvidará de mi coño'. Y sí, será divertido regresar a la biblioteca y buscar a Saramago, o a Biedma, o a Rulfo, o Navokov y por supuesto esa novela de Bolaño '2066' y dejarlas caer.
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¿Lo que escuchas? Adivina. Pero no es un barrito. Y deja tu trompa quieta. No está bien chiscar  a los niños desde tu azotea

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Tu cama, la cama de quien no existe todavía... mis huesos...
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Hoy no es hoy pero hoy son rescoldos. Mujeres en Lisboa vociferando a los penitentes. Dice Saramago que Lisboa huele a podrido pero que el alma se salva de lo fétido gracias al incensario y al incienso. Mujeres en los balcones de Lisboa advirtiendo las cintas de colores y la falsedad en los vergarazos. Mujeres en Lisboa azuzando como si fuera de  madera con fuego la saña sangrienta. No hay escapularios. Hay goznes y patíbulos de amor. Hay lujuria de hambre de cuerpos que no ocurren en tálamos maritales sino en iglesias, en confesionarios, en callejones  cómplices y estrechos...
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Sobremesa a la sombra menguada del ciruelo. Fascinada por este tramo de la novela.
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De repente una algarabía. Desconcertada por la hora (se me hace rara para el fútbol) hombres en todos los bares de los alrededores de la plaza y el parque, gargantas como cencerros, eso pienso, gritos, aplausos. Y unos niños que surgen alzando los brazos y vitoreando por una puerta. ¡España! ¡ ¡España! España llegó a la final. No sé de que hablan y prejuzgo que no me interesa. Es que apenas nada que no sea universal me interesa. Aunque ahora sí, Saramago y Lisboa y esos huesos...
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Lisboa huele a frailes y a secreto. Entonces leo ese pasaje de Blimunda y subrayo. Pues eso es precisamente lo que yo quiero: Mirarte por Dentro. Blimunda era virgen, y el soldado manco. La madre ocho años en Angola, un destierro, partiendo. Se acostaron.
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Más tarde, al cobijo de la penumbra de este estudio. Septiembre, inicios, en mi norte huele a polvo de caminos en polvareda y a abandono de perros. Ruedas sobre los raíles de agosto. Ruedas itinerantes. Wheel de fortuna. Urge el viento, ruge sordo, alborota mi cabello. Y me gusta como se escucha ese porno filmado en blanco y negro. La película es franco-italiana. Como en Milou en mayo pero no hay enjambre bajo el que estarse quieto ni hacendosas abejas de estroncio mineral y mica eruptiva que me conecten con la emoción o los sueños. Es otro tipo de revolución. Aunque la imaginación aquí también se rebela y  vela.
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Hay escenas y hay una que sólo está siendo un agujero oscuro. Ese mismo por el que a mí muy de vez en cuando me llama obsceno a introducir la lengua. Pero eso sólo depende del Amante, de la lascivia incontinente que me enerve sobre él. Y es sólo entonces cuando echo de menos el golpear rítmico de aquellos testículos  sobre mi clítoris en abril. Es que entonces me parecieron inmensos como una lluvia de oro pero casi seguro que no lo eran. En cosas como esas se traduce el pasado reciente. Luego él desaparecería como lamido por las aguas de un mar rojo. Pero de hecho más que nada era evanescente. El hombre con las horas contadas supo dar con la palabra justa en aquella habitación... Y su amatista reposa ahora sobre una drusa. Pero luego ira a parar a la arena. La enterraré en una pecera entre granos de sonora cuarcita si es que la encuentro. Ya tan distante de aquel bazar mágico de santos, cilios, y crisantemos negros. No era el Amor. Era sólo el sexo lo que echaba de menos. Y tal vez sus profundos ojos marrones cuando su boca guardaba silencio o no hablaba de Ella.

- xiii -

" Esperaron el tranvía un largo rato, luego entraron en el bosque. Caminaron entre los árboles de sílex y bajo sus pires se fragmentaban hasta convertirse en polvo hojas grises y metálicas. Hacía mucho frío.
- ¿No tienes demasiado frío? -preguntó Lehameau.
- Oh no. Cuando estoy con usted me da calor.
- ¿Es verdad? -preguntó Lehameau riendo-. Yo también, sabes -añadió entonces muy serio-, cuando tu estas conmigo, ya no pienso en el frío, en la dureza del tiempo.
- ¿Es usted desgraciado, señor Bernard?
- ¿Yo? No. ¿Por qué piensas que puedo ser desgraciado? No soy desgraciado. No soy feliz, no es lo mismo. Pero tampoco busco ser feliz. Pero tú eres aún demasiado pequeña, demasiado joven, para entenderlo. "

Raymond Queneau

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Todavía padezco la enfermedad de las búsquedas, dijo alguna vez Friedrich. No estoy contento y continúo borrando. Y así lo hago yo. Digo después de dejarle y ya a solas con mi cuaderno: 'claro que tengo miedo a la caducidad de la axila desierta, del pubis acústico. Y te escupo versos que tú jamás escuchas o que no adivino si lo haces. Porque él, el hombre con las horas contadas, nunca se descubre más allá de las sábanas. Porque se escuda en ese silencio acordado que no tuve otro remedio que aceptar. Es que era una cuestión de respeto. Pero esencialmente por mí.

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Y Avellaneda, escribo luego pero ya ayer. Avellaneda vital, inusitadamente cariñosa y concéntrica. Tiene truco. La noche del concierto la hija de la zurda y ella se conocieron. Y Tara le dijo: 'Sé de ti porque eres la amiga de la amiga de mi madre'. Y para estas adolescentes debe ser cierto que al parecer  tengo algún glamour. Tara a veces ha mencionado la interesante vida que llevo, o mejor dicho, cree que llevo. Y yo he terminado por concluir que esa creencia absurda o extraña  tenía que estar relacionada de alguna manera con el conocimiento de mi página o de esa otra yo que no era yo pero que era mi yo virtual y que era lo mismo que ser yo, aunque no debiera haberlo sido para ella. Y el siciliano cuando me trae el café con hielo que me pregunta: si no es mucha indiscrección puedo saber por qué os marchasteis ayer sin esperar a que os sirviera. Y yo le hablo de una silla que cojeaba, y de un trueque con otra que también lo hacía y de lo maniática que es la zurda para tales asuntos. Entonces parece que el hombre se queda más tranquilo y yo vuelvo a insertarme casi plácidamente, y olvidándome del acosador del fondo,  bajo el flequillo del conmovedor rostro de esa dama de negro pintada por Renoir
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Luego desciendo paralela a las arcadas de la calle que va a dar a la travesía donde me aguarda la filatelia y llego a tiempo de despedirme del dueño, que ha conseguido que le reintegren el dinero de sus vacaciones fallidas y que se va por fin menos reconcomido  a Marruecos. Y en el bolso tres piedras más. Ninguna con fantasmas pero una de ellas contaminada por el rutilo, y que me parece la metáfora perfecta para ese milagro que quisiera mi padre. Y entro en la biblioteca y me confundo de estantería y no encuentro lo que busco porque no termino de recordar que Saramago es un autor portugués. Así que tengo que solicitar la ayuda de la gemela de Tomás, que era aquel monje preñado de complejos que me habló por primera vez del efecto mariposa y que fue expulsado de su  monasterio por sentir excesiva curiosidad por lo que alguna hermana guardaba con tanto celo debajo de las enaguas. El levantador de hábitos le apodé yo muy risueña en aquel tiempo pero eso ya fue después de la operación de su pie zambo y por la fecha en la que le conocí. Y aunque luego sólo deseaba volverle a desconocer. Y entonces me acurruco con mi pequeña grabadora en un banco discreto del lateral de una iglesia aromada por el  incienso y las letanías,  y le susurro a ese desconocido que me hablado de Saramago lo que leo en la contraportada de ese libro que él mismo me sugirió apenas unas horas antes... 'Érase una vez un rey que hizo la promesa de construir un convento en Matra. Érase una vez la gente que construyó ese convento. Érase una vez un soldado manco y una mujer que tenía poderes. Érase una vez la historia de un amor sin palabras de amor. Y que es como a mí me gustan las historias de amor. Y más... Érase una vez un cura que quería volar y murió loco. Érase una vez un músico. Érase una vez una passarola. Érase una vez... ese hombre que había regresado de alguna isla paradisiaca y muy alejada de aquí y con el que me puse en contacto después de haberle descubierto en un documental. Es que ese hombre fue así: un impulso sin precedentes. Y luego otro impulso pero este de la zurda que me dice que ese mismo libro que llevo en las manos me aguarda en su casa. Y es un regalo, y esta dedicatoria escrita con todo su cariño, me consta: 'Este libro buscaba un dueño merecedor de él. No conozco a nadie mejor que tú. Disfrútalo como yo no supe'. Y yo que quisiera despreocuparme de lo que significaba para ella esa película que insistió tanto en que viera: 'Juegos de mujer' Y otra, 'Milou en Mayo', que trato de bajarme de la red, porque en el videoclub no parece que haya visos de saber nada de Louis Malle. Y una música 'La grande Fuga', el testamento emocional de Beethoven, o que ese desconocido dice que lo es.
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Y entonces hoy, primero un malestar y mi voz hablándole al hombre con las horas contadas. Y luego algunos rayos artificiales de sol y una excitante fantasía erótica, porque debo haberme quedado dormida de espaldas bajo ellos, pero de la que luego siento miedo a que no se acabe, porque la polla que tengo entre las piernas es demasiado real y no es la suya, y aunque a pesar de ello o quizá por ello el orgasmo se haga inminente.  Y me corro justo ahí cuando él, ese hombre que por dentro es sólo un niño pero un patético niño, abre la puerta porque se marcha.  Y luego algunas confidencias que tampoco sé si nadie escucha con 'La grande Fuga' y Beethoven de fondo.
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Y la voz de la Torroja cuando me subo al coche de la zurda para ir a dar ese paseo a la playa. Nada tiene de especial dos amigas que se dan la mano. Y eso sí que me espeluzna. Porque ya son demasiadas reincidencias. Y quiero que él, el hombre con las horas contadas, la ayude a superarlo, o tal vez que me ayude a mí ayudándola a que lo supere. Y de eso hablamos luego. Y sí, parece ser que ella va a ponerse en contacto con él pero también que entiende que no podemos predecir cuál será la respuesta de él...  aunque yo la aceptaré de buen grado  sea cual sea.
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Y tampoco conocía a Raymond Quenau hasta que hoy recibí por correo  y como un presagio favorable un poema suyo. Y era de él, del hombre con las horas contadas. Pero como eso será una oración que se rece a finales de diciembre no puedo dejarlo aquí. Y entonces lo que hago es dejar en su lugar ese fragmento de otra obra suya,  'Un duro invierno'...

- xii -

Quiero escribir. Algunos detalles importantes de registrar y que están relacionados con el día de ayer: piedras, dones heredados, sagas y estirpes. Pero ahora sólo me urge despojarme de este aroma de loto negro de Egipto que me acompaña desde ayer e incluso del oporto. Y una cita del poeta británico John Donne :  "No preguntes por quién doblan las campanas,  doblan por ti". ¿Me escuchas? Así  sólo por ti. Por ese sentimiento dulce que me inspiras. Porque sólo tú convocas el sexo y el júbilo de mi niña  interior con esa ilusión de las risas compartidas en el futuro que se anhela visitar. Y por qué no, la sospecha del Miedo por venir.. Piénsate lo que te dije.

- xi -

Pocas veces me entusiasma algo de lo que leo pero hoy querré escribir o transcribir... nunca sé bien lo que va a ser.
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Había un hombre o una mujer o tal vez una rata de barco... que me remitió hace cosa de un mes, lo que luego vino a decirme que era una instantanea mía tomada en un parque, una frase de Roberto Bolaño. Las mujeres son unas putas asesinas, comenzaba. Y esto lo deletreo mientras escucho la voz de Leonard Cohen que preludia con un poema o algo así (es que yo el inglés) un tema de Tori Amos: 'Silent all these years'. Y Leonard ese jueves del hotel las hayas estuvo allí... es que he decidido que ese sea el nombre del hotel y lo mismo que tú ayer, o ese otro tú, a quien un cuarzo me hizo por fin fijar con la precisión de un ojo clínico. Porque lo que tanto me costaba precisar en él era el Asco pero hoy lo sé. O más bien ayer lo supe. Y ante eso sí creo saber como actuar evidentemente. Vamos, que eso lo cambia hasta todo. ¿Porque a ver, qué se merece un Castigador? Es que la Atracción y el Asco no son una buena mezcla. Por experiencia lo Sé. Y lo lamentable es que haya tardado tanto en entenderlo. Y hubo más, ayer.. pero nada por lo que tenga prisa. Y es curioso, porque yo diría que ese cristal de roca ha duplicado sus impurezas. Algo físico y palpable entre tanto vuelo metafísico. O metamorfismo de altos vuelos. Y eso es ya una sonrisa cínica. Para qué voy a esperar a que se sonría otro así... ya me sonrío yo. Di tú que luego eso tan interesante que creía haber dicho apenas me lo parecía. Tendré que volver a escucharlo hoy y tomar una decisión. Porque comienzo a sentir, que no es tan importante hablar para alguien... como saber guardar todo ese silencio que los hombres parecéis preferir. ¿O seré yo que siempre elijo preferir a los hombres que guardan todo ese silencio para mí? Pues hubo más. Al menos dos hombres más. Y quizás otro sobre el que un tercero ha prometido, si le concedo algún tiempo, conseguirme un correo email. Y yo a cambio le he pedido que me deje intentar algo con su ojo de tigre para él. Yo que sé, de momento sólo es una fotografía en un periodico de alguien que dijo algo que me llamó la atención: 'las ideas que busco pueden ser experimentos'. Ese surgió así. Como una noticia que la zurda me comentó. Y muy interesante también la charla con la zurda. Ella, el sábado tomándonos esas cervezas, me aseguró que su único amante, ''amigo'', '''amor'', le daría el doble de morbo si yo me acostara con él. Ya sabes, añadió luego, por lo de competir. Y a él le encantaría. Sí, imagino que sí, fue lo único que dije yo.
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Pero pocas veces leo algo que me entusiasme tanto como ese prólogo de Javier Marías en Ehrengard y quiero recortar un fragmento de Isak Dinesen, como luego querré rescatar algún otro al completo de Bolaño, para gusto y disgusto de los puritanos del mundo. Porque nada hay tan terrible como un puritano con instintos. Aunque para él, ¿para quién si no?
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'Donde el cuentista es leal, eterna e inquebrantablemente leal a la historia, allí, al final, hablará el silencio. Donde la historia ha sido traicionada, el silencio es tan solo vacío...'
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Y sobre esto dice Marías que probablemente sea la reflexión más inteligente, más clarividente, que jamás se haya escrito acerca del arte de contar cuentos. Y según la baronesa: 'todas las penas pueden soportarse si se meten en una historia o se cuenta una historia acerca de ellas'. Y eso es lo que trato de hacer yo. O lo que quería explicaros el otro día.. cuando algunos recibisteis esa grabación acerca de lo que significa para mí la soledad y de como me he acostumbrado a  combatirla, o trato de combatirla. Esto mismo quería decir... La baronesa Blixen empezó a publicar, casi a los cincuenta años como mal menor, sigue  Marías, como medio de ganarse la vida tras la ruina en que la sumió el fracaso de su gran aventura, la plantación de café que poseyó e intentó sacar adelante en Africa Oriental a lo largo de diecisiete años, y también como consuelo tras la muerte de su gran pasión, el aristocrático e inadaptado Denys Finch-Hatton.
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Y así es como quisiera enamorarme yo, como en esas memorias de Africa, de una historia que me atrapa, que me conmueve, que me consume pero quizás más que para ninguna otra cosa... para sentir como el fuego creativo arde en mí y forja aquello que siendo sólo limo nunca se puede construir.
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Y sobre eso de Bolaño. Es un artículo. Este en concreto: 'Literatura + enfermedad = enfermedad'. Y estos algunos extractos de él y con los que me Identifico. Y  ahí sí, de esa forma sincera sí, podría tener razón ese hombre, esa mujer, esa rata de barco, quizás si sea encontrarse en mí la mirada del suicida...
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'Follar es lo único que desean los que van a morir. Follar es lo único que desean los que están en las cárceles y en los hospitales. Los impotentes lo único que desean es follar. Los castrados lo único que desean es follar. Los heridos graves, los suicidas, los seguidores irredentos de Heidegger. Incluso Wittgenstein, que es el más grande filósofo del siglo XX, lo único que deseaba era follar. Hasta los muertos, leí en alguna parte, lo único que desean es follar. Es triste tener que admitirlo, pero es así.
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Aunque la verdad de la verdad, la puritita verdad, es que me cuesta mucho admitirlo. Esa explosión seminal, esos cúmulos y cirros que cubren nuestra geografía imaginaria, terminan por entristecer a cualquiera. Follar cuando no se tienen fuerzas para follar puede ser hermoso y hasta épico. Luego puede convertirse en una pesadilla'.
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Pero una que lo es mucho antes de llegar a serlo, que se presiente que mira de ese modo pavoroso. Porque yo también tengo explosiones seminales, lo reconozco. O al menos una parte de mi cerebro las tiene. Tengo ese componente masculino del que a veces hasta algunos hombres carecen o yo los veo así, porque los viajes heroicos por excelencia, con mucho mar por medio y mucha distancia de las Ítacas y mucha aventura no son para todos, claro, a no ser en la imaginación.  Y yo propongo un poco eso, siempre un poco eso. Lo no previsible aunque el final lo sea claramente. Pero mientras tanto... ah mientras tanto... aquel meanwhile meanwhile, en el que si esa lejana Alejandra, se anduviera por aquí, podría refrescarme la memoria porque no recuerdo ese nombre que lo firmaba.
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¿Puede ser la carne triste?
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'Es decir, está hablando de derrota. Y para revertir la derrota opone vanamente la lectura y el sexo, que sospecho que para mayor gloria de Mallarmé y mayor perplejidad de Madame Mallarmé eran la misma cosa, pues de lo contrario nadie en su sano juicio puede decir que la carne es triste, así, de esa forma taxativa, que enuncia que la carne sólo es triste, que la petit morte, que en realidad no dura ni siquiera un minuto, se extiende a todos los gestos del amor, que como es bien sabido pueden durar horas y horas y hacerse interminables, en fin, que un verso semejante no desentonaría en un poeta español como Campoamor pero sí en la obra y en la biografía de Mallarmé, indisolublemente unidas, salvo en este poema, en este manifiesto cifrado, que sólo Paul Gauguin se tomó al pie de la letra, pues que se sepa Mallarmé no escuchó jamás cantar a los marineros, o si los escuchó no fue, ciertamente, a bordo de un barco con destino incierto'
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En fin, que os recomiendo esta lectura de Bolaño como una hambrienta de dulce porque dulce me parece el horror frente al desierto del aburrimiento. Y la bombilla de un espejo de baño que explota cuando voy a encenderla y yo que matemáticamente me llevo las manos a la cara para protegerme. Se patentiza  pues que ando bien de reflejos y que muy autodestructiva no debo ser. Porque  amiga de eso de tragarme cristales e inflingirme heridas como dicen que gustan de ello los borderline tampoco soy. Y sí, me gusta follar pero no tener que convencer a nadie de ello. Esa épica se ha convertido en pesadilla. Y también me gusta la gente que no necesita del alcohol y las drogas para sentir algo tan natural y tan infame, si se quiere, tan nítido como yo, que no se compone excusas fáciles y sin talento. A eso es a lo que yo llamo honestidad o carencia de ella. Y aunque luego yo misma las use para incrementar mi Sensibilidad hasta el extremo del Abandono al que me gusta llegar. Y sí, hay un chico al que seguro le vendría bien escucharme en un pasaje de mediumnidad benéfica y ''maléfica'', las dos cosas a un tiempo, interpretándome a mi misma, por eso hablo de mediumnidad, porque lo convocado es sólo mi espíritu, aunque yo diría que más que maléfica... estaba siendo sólo terriblemente veraz, y  como un oráculo hermoso  incluido al final.  ¿Cómo no?  Eso también y que no falte pero... ya no le contaré que letras coinciden al final de los nombres y cuántos agujeros en aquella herradura que formaba un arco de triunfo habría que contar. ¿Con qué fin? Si ya ha llegado ese temido silencio o tan esperado, quién sabe, de las páginas en blanco. Pero de cualquier forma tan merecido.
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Bolaño quiso un funeral vikingo. Y yo dentro de mí lo quiero todo así. Valorizando al miedo sólo lo justo. Así que busqué un encendedor, me subí en una banqueta de madera y mimbre y volví a dejar el interruptor de los plomos en su sitio pero lo que ya no hice fue cambiar la bombilla y ojalá nunca te callaras. Es que sigo escuchando a Tori Amos: 'Years go by if I'm stripped of my beauty/ And the orange clouds raining in my hand'

- x -

Nunca había estado en un concierto multitudinario. Hasta hoy. Bailando.  Levantado mis brazos. Cantando, saltando, aplaudiendo con la zurda y  Ana Torroja. Las dos entusiasmadas. Aunque fue circunstancial. Me dejé ir. No lo tenía previsto. Y si me lo hubiera planteado por inapetencia personal.. ni siquiera habría estado allí.
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Porque yo recuerdo que odiaba las mutitudes. Me provocaban claustrofobia, crisis de ansiedades, vértigo, mareos, sudores fríos. Y también estaba él. Tenía que estarlo. Yo no sabía donde pero seguro que en algún lugar entre esa maraña de miles que era el público. Porque él en eso nunca fue como yo. Él siempre tan presente. Tan presente como en aquel recital de fados donde ni siquiera contaba con él. Y en ese mar de gente imposible fuimos a dar de nuevo el uno con el otro por casualidad. Lo más improbable sucediendo. Sólo que nuestras miradas luchan a muerte, combaten, se enfrentan, como si la Atracción en lugar de deseo fuera una batalla. En su caso puede que exista una mezcla de desprecio y odio y algo más que no se fijar pero que hace que en el mío lo único que se conjure sea un creciente desafío y puede que hasta una  cierta  hostilidad, que por gastada.. ya apenas me hace temblar. Y a lo mejor es eso lo que me da miedo o va minándone la esperanza.  La posibilidad de que eso se acabe del todo, y por eso los dos atacamos primero, para dar dos veces. Con un por si acaso previsor. Y así vamos despidiéndonos, como uno va congelándose ante la noticia de la muerte que llama a la puerta, la próxima muerte.  Y él, después de esa intensidad con que me mira a los ojos, dirige su vista al drapeado del escote o tal vez es al  cristal de roca que pende como una brújula sobre él, dándose cuenta quizás en ese instante de que de nuevo  tengo conmigo  lo que le prometí.. y cuando volvemos a cruzarnos sólo unos minutos después me parece que ese hombre golpea mi cuerpo pero casi con violencia al pasar, como la otra noche entre los fados. Sólo que ya no es un roce sólo. O tal vez la violencia fuese sólo cosa de mi imaginación.  Yo que sé. Es que ni siquiera sé si fue real.. A falta de otro contacto más íntimo.. la excusa que sea con tal de que nuestros cuerpos vuelvan a tocarse y quizá a él le suceda lo mismo. Porque hubo una vez hace ya mucho tiempo que fuimos los dos una embestida febril pero no follamos, no. Nunca. No llegamos a follar. Y duele el amor. Tal vez de entre todo el espectáculo me quede con esa. Llueve hasta mojar. Quizás por los rojos sobre la oscuridad.
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Y una carta de otro alguien que después de mucho tiempo de leerme conoce mi voz al llegar a casa: 'Tu voz me sabe dulce, melódica, adolescente, casi puber. Tus palabras me suenan tristes y desgarradoras...' Dos fotografías de claros en el bosque que fueron pensadas inconscientemente para mí y un retrato abrumador de la soledad. Dos regalos.
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Y aterciopeladas rosas azul profundo en un ramo. Sólo eso. Y ese duelo de la zurda por el paraíso perdido del cariño de sus hermanos.. Es que tiene que ser muy jodido darse cuenta de eso, de que aquellos a los que amas no te quieren igual. Vamos, y que ni siquiera te quieren.
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Y sigo con pocas ganas de escribir y ninguna de desprenderme de este top negro con la espalda al descubierto que me vestía en la última habitación de hotel.. por el olor que guarda. Y sigo deseando a tres hombres pero a ninguno más y sin estar enamorada  de ninguno. Sólo esperando estarlo alguna vez, que alguien quiera eso de mí. Y pensándolo mejor, la que más sentí fue esa en la que la Torroja dice lo que una espina es.

- ix -

Una amiga me escribe. Es joven pero  tras ocho años de relación dice que quizás esté tan triste porque el amor no es perfecto ni maravilloso. Y yo aunque no se lo digo ... pienso y si fuera que el Amor  se Acaba ... siempre se Acaba .. como la fiesta de la zurda de ayer, que después de ida sólo deja un resabio de vacío...
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40 años. Yo aún por delante un año y cuatro meses menos algunos días. Ella algunos regalos: un collar de inspiración africana elegido con pésimo gusto, un tanga morado de la misma, una cartera bonita pero a la que le sobraban los brillantes, eso de otra, qué poco conocen a la zurda, un colgante que era un minúsculo elefante en plata con la suerte de la trompa alzada; y eso una amiga de la infancia, una que estuvo al borde de la muerte y vio el tunel y la luz y a la zurda al otro lado, y que tiene un amor secreto, que parece un secreto a voces porque no deja de sonreír y que a la zurda le encantó; sobre todo porque antes la rubia sacó una pistola de juguete del bolso que disparaba disparos intergalácticos... como la zurda les dijo a todas que íbamos de cacería... y con la que yo casi sin querer le provoqué un buen disgusto a un niño. Verás, si por hacer la gracia... todavía voy a tener que llevarle al psicólogo, dije.  Y  un regalo a medias de otras dos, que vinieron juntas porque eran amigas y a esta edad nuestra ya se sabe y sobre todo siendo todas tan pueblerinas,  y ese precioso... y al final fuimos siete para esa cena regada con canei y donde hubo algún plato muy sabroso y rico, y no ninguna cacería. Al menos a mí delante de ellas jamás me habría apetecido y las otras eran sosas, sosas hasta de guardar como un domingo. Luego la zurda dice de mí pero yo en mi ciudad me cuido mucho y podré bailar bajo el fuego del calypso en otras pero nunca en la mía. Mira, algo nuevo que he aprehendido, a mojarme sólo por aquello que merece la pena. Al menos cuando no estoy muy borracha y sólo con un poco de cuidado lo puedo evitar.
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Y un secreto, que no era un secreto, que quiso más bien ser una confidencia y yo sabía que sólo iba a ser otro puto chisme: estoy enrollada con un médico. Eso  dijo aquella cliente con el tatuaje de los dos delfines. Y no, no lo estoy, que más hubiera querido yo. Una mirada de él por la otra acera con casi desprecio pero absurdo por inmerecido porque el hombre que me acompañaba sólo era mi masajista, el que me está ayudando con lo peor de mí, el mal estado de mis cérvicales y de mis fibras. Y antes una pieza de bollería rellena de cabello de ángel, que me como con placer en un banco frente al de él. Y también una idea. C. dice que no le desee la muerte a nadie. Y entonces pienso yo: pues que me ayude, ya no que me enseñe sólo defensa personal, que sea el mismo el que intimide a ese individuo aborrecible. C. es portero de discoteca también en sus noches libres y yo le estoy arreglando eso del amor... o estoy en puertas de hacerlo. Me urge tanto que se enamore ciegamente de otra. Pero también que piense que para conservarla... me necesita a mí porque él, aunque casi me parezca mentira, me llama amiga y ayer le sentí al otro lado del teléfono preocuparse por mí. Entonces le digo: a ti lo que te ocurre es que no sabes tratar a las mujeres. Confía en mí que te voy a enseñar. Y en eso estamos. Le dicté un mensaje corto para esa mujer que él tanto quiso, uno con mucha intriga y ella reaccionó casi al minuto y después de tanto silencio. Le impuse como condición que no le contestara y que me diera de tiempo hasta el martes en que hemos quedado para lo de mi masaje y la magia... si otra vez ocurre y para reinventarme algo entonces, en ese vuelo que tengo previsto, pero bastará con algo que de momento solucione la cuestión de la intriga.
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Y entonces un cuarzo nuevo y transparente pero preñado de exiguas imperfecciones del color del trébol de la quiastolita. La quiastolita es otro asunto. No sirve para la magia o a mí colgarlo del cuello no me  ha sentado bien que se diga. De todas formas para el pueblo celta más bien significaba algo diferente. Era esa cruz de las hadas que les ayudaba a reconocerse entre sí cuando se encontraban con iguales alejados de sus tierras. El salvoconducto del viajero.
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Y un mensaje de un no amante, no amigo, no amor, el único amante, ''amigo'', ''amor'', a fecha actual de la zurda. Dice: 'Me gustaría seguir leyéndote'.
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Y más tarde ese hombre y yo hablamos de follar y no follar. Y también de que en estos 20 últimos años yo regreso una y otra vez a su cabeza o él a mi vida.
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Y una canción: 'Sunday' de Sonic Youth. Rasgado de guitarras como una huella indeleble en el ánimo y luego más música... tan distinta de la del hombre con las horas contadas. Aunque..

- viii -

ESTA SOBREMESA ME ENCONTRÉ ESTAS PALABRAS ESPERÁNDOME EN UN BLOG....

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Hoy he recibido un correo de una amiga. Creo que ya hace cuatro años que la conozco, aunque nunca, personalmente. Vivimos en los extremos pero no somos extremistas, aunque sí muy sentimentales. Tenemos esa virtud y ese defecto, de sentirlo todo con demasiada fuerza, tanto para bien como para mal. En todo este tiempo, ella me ha confiado tantas cosas... que yo siento que voy masticando su vida cada vez que la leo. Pero hoy ha sido diferente. Por primera vez, en todo este tiempo, he recibido una grabación de su voz. Dice que no tenía ganas de escribir. Me hubiera fumado un cigarrillo mientras la escuchaba pero como lo he dejado, me conformo con deborar los pistachos de emergencia que compré. Se escucha el tráfico de fondo. Ella es jodidamente transparente, hoy he descubierto que su voz también. Y, aunque la música de Marcelo se debate entre sonar o no, ella narra con naturalidad, silencios, sonrisas, aquello que le sucedió.

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Dejo esto aquí escrito porque sé que se pasa por aquí en silencio, como yo entre sus palabras. Y le agradezco ese correo de confianza que ahora, mientras escribo esto, tengo de fondo. Ella habla, como si ahora mismo nos encontráramos en una terraza del paseo marítimo tomando una copa. Ahora sé que se puede apreciar a una persona sin conocerla personalmente. Y sé que uno se puede emocionar, tan sólo, con escuchar una voz vibrando en los altavoces. Y yo me emocioné, sonreí por ti. Porque al cerrar los ojos pude alcanzar lo que cuentas, más aún que con tus palabras escritas. Y que tienes la voz de un ángel, y también unas alas enormes :)

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AYER A LA TARDE ESTAS OTRAS LLEGARON A MI CORREO...

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vaya sorpresa mas bonita ... me ha encantado escuchar tu voz ...que pasada ...es muy limpia , musical y desprende simpatía ... Me gustaría escucharte sentadas en una terracita mientras tomamos algo y vemos la gente pasar ... Respecto a la que cuentas , lo primero gracias por compartirlo y lo segundo que bonito ... lo vas contando como si fuese una película ... los detalles de la ropa , el recogido , el hotel ...puedo imaginarte perfectamente ... Ahora estoy en el trabajo , en medio de un proyecto que me tiene bastante concentrada pero en cuento pueda , al volver a acasa lo voy a volver a escuchar ... Bueno , supongo y espero que ya repuesta de los inconvenientes de la regla ... Yo estoy ya casi limpia ... AY ...que no se me olvide , que daño el depilado del pubis ¿no?... sobre todo cuando empieze luego a crecer ... besos , muchos besos voz bonita

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'No recordamos días, recordamos momentos'
Cesare Pavese
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Un colgante de quiastolita sobre el Bósforo de Almassy...
y una llamada que fue un fado, que fue un Desgarro...
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Escuchando a Dulce Pontes, 'Cançao do mar':  'Fui bailar no meu batel/  Além do mar cruel/ E o mar bramindo/ Diz que eu fui roubar/ A luz sem par/ Do teu olhar tão lindo/ Vem saber se o mar terá razão/ Vem cá ver bailar meu coração/ Se eu bailar no meu batel/ Não vou ao mar cruel/ E nem lhe digo aonde eu fui cantar/ Sorrir, bailar, viver, sonhar contigo'

- vi -

Hablar del Miedo con él, en un bosque, en su bosque, en el bosque al que él quiera llevarme, en la noche, en cualquier noche.
 Abrazados en el Miedo, entre el Miedo, para destruir el Miedo, Convocándolo...
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Y por eso me dirijo hacia el pasillo de literatura escrita en lengua inglesa, con la esperanza de que la obra de Philip K. Dick, '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? me espere entre sus anaqueles. Pero ayer no soy capaz de dar con ella. Y lo revuelvo todo de arriba abajo, pasando mi índice por cada uno de los lomos de las cientos de libros que conviven caóticos en esa esquina que conforma la letra D. Pero ayer, lo dicho, no lo encuentro, algunos otros suyos sí, pero es por ese por el que quiero comenzar, y en el que probablemente me detendré... y hay un instante en el que giro mi cabeza hacia atrás, porque es como si presintiera que unos ojos manosean mi cuerpo y acierto. Un joven de unos 24 años que espera a que su madre elija  algún libro. Pero ya lo hago cuando mi concienzuda búsqueda por los bajos fondos de la librería ha concluido, entonces me incorporo. Estaba en cuclillas desde hacía rato y la estrecha minifalda se me había quedado reducida al tamaño de un cincurón ancho, casi a la altura del culotte. Entonces elijo  algo de Isak Dinesen, por el nombre, 'Ehrengard' y por lo que dice luego en la contraportada: '... uno de sus relatos más extensos y ambiciosos, y quizá el más acabado y desconcertante, el más engañoso. Aquí la prosa de una autora que hablaba como la lluvia ...'. Es un cuento. Y cambio de sección, arte y pintura. Renoir, el impresionista que sonríe a la vida y a la belleza. Y éste porque en algún hotel tomada de la mano del hombre con las horas contadas nos hemos detenido ante la reproducción  de algún cuadro suyo y ...  y Friedrich, de la colección Taschen, por un motivo similar... claves entre nosotros, o claves sólo suyas... de las que tal vez yo quise apropiarme o compartir...  pero que inevitablemente pasaron a conformar el espíritu de mi vagaje emocional en relación a él, aunque eso sí en forma de lagunas y enaguas de palabras que deseo resolver. Y hay una exposición de pinturas  en el salón de la entrada. Pero cuando me he detenido frente a la segunda, una llamada de la zurda me interrumpe y salgo a su encuentro. Y un nuevo hallazgo. En una tienda de artesanía celta en la que busco algún regalo para ella y sobre todo ese colgante en plata para mí, que él dijo que me iría... descubro la quiastolita, un silicato de aluminio, una variedad de la andalucita, con una hermosa y atrayente característica... en ella encuentro por fin mi trébol de cuatro hojas. Y luego es James Blunt desde el televisor, desnudándose, mientras la zurda fracasa en su intento de reservar mesa en el local que ha elegido,  para que un grupo de seis mujeres  desconocidas entre sí... celebremos su cumpleaños, y tratando de seducir a ese hombre que a pesar de ello le dice que tal cosa es imposible. Y también hablamos de una visita futura a esa ciudad de hormigas y  hormigón donde a mí me espera una noche más de Vida.

- v -

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.
Roy, en 'Blade Runner'
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Mi intriga es por la discrepancia. Él piensa que en Troy no existe el Amor, que todo ese dolor suyo que escenifica ante el cuerpo sin vida de la replicante Pris, sólo ocurre porque se ha quedado sin ese cuerpo con el que folla. Y de eso hablábamos otra vez en el desayuno. Porque yo creía lo contrario. Pero el experto en esa historia se supone que es él porque ... porque esa es su Película. ¿Y qué no te ha gustado de ella me pregunta? - mientras yo introduzco en mi boca un trozo de croissant a la plancha. No me ha gustado el que es una película de acción -le digo. Me aburre la acción. No sé, reconozco que  la inmensa mayoría de la gente, ''la acción'', dice que le entretiene mucho pero a mí aburre de forma atroz. ¡Ah claro! -responde él. Yo es que desde la primera vez, como ya sé donde están esas escenas, lo que hago es saltármela. Pero es algo más que eso, ¿sabes? Es ese mundo en el que todos ellos viven. Me oprime esa atmósfera de constante oscuridad y polvo radioactivo, la ficción de un mundo que no existe, que llevan profetizando desde que tengo memoria de ello,  pero que no es el mundo en donde yo vivo y lato. Yo por ese futuro me he sentido estafada. Sí, porque cuando era niña y escucha hablar constantemente del próximo siglo... y con temor, siempre con temor...   me imaginaba algo así como  que todos íbamos a vestir más o menos como en 'La fuga de Logan' e íbamos a estar siempre huyendo, pero de otros, ¿me entiendes? De nuestros perseguidores, de nuestros Guardianes, no de un vulgar acosador en un parque. Y luego el futuro de a pie fue igual. Llegó y nos acostumbramos a convivir con él, con un teléfono en la mano a todas horas y con nuestros portátiles pero yo sigo saliendo a la calle con la misma ropa y caminando bajo el mismo sol. No sé si se entiende... pero  además me oprimía él. La conciencia cuando vi 'Blade Runner' de no saber bien lo que sentía por él. Porque, yo claro, no soy una replicante  y necesito comprender lo que siento (o tal vez por lo mismo sí). Comprenderlo para aceptarlo porque no sé puede aceptar algo sin comprenderlo antes. O al menos yo no puedo ya. Y cuando me enfrentaba a ese supuesto tema de Amor de Vangelis, decía para mí... están hablando del Deseo. Nadie habla de Amor. Todo el tiempo están hablando del Deseo. Pero claro, no había lágrimas entonces... había un pulsión brutal de ir uno hacia el otro. Y eso era lo que yo ya no sentía por él en todos estos últimos meses...

- iv -

 una terraza de verano en un parque
viento desquiciante de inicio de otoño
más allá de las seis de la tarde
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Avellaneda sola, no custodiada. Mientras leo algunos otros versos de la 'Masmédula'.
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Alta Noche
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DE VÉRTICES QUEMADOS/
de subsueño de cauces de preausencia de huracanados rostros que transmigran/
...
con su animal doliente cabellera de líbido/
su satélite angora/
y sus ramos de sombras/
y su aliento que entrecorre las algas del pulso de lo inmóvil//
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Avellaneda lúcida. Braquets de corderilla loba futura. Pero no hay goznes en su espiración pausada. Aunque ésta se oscurece cuando el siciliano me pregunta por ella: ¿Y esta niña tan guapa? Ya ves. Toda una belleza. Y es ahí donde yo doy por terminada nuestra párvula conversación, y donde ella se gira como una veleta y desaparece como impulsada por la corriente de aire en la esquina de la iglesia, pero aún con esa dulce armonía, con la que despiertan la música en mi pecho, sus trapecios delicados. Y la magnitud del silencio casi sobrecogedor en la despedida de la fiesta. Un niño, que camina al mismo paso que una mujer que empuja una silla de ruedas, en la que se presiente que esa anciana de pelo blanco y raída disfruta de un paseo sin meados, se lamenta por el hecho.
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Y el monstruo lejos, ... a lo lejos alguien canta, que dijo el poeta... en el mismo banco de siempre, obsesionado observándome, como siempre, como antes. Imagino que sin querer creerse aquello que declaré ofuscada frente a la juez hace ya ese par de años. ¿Qué pena quiere que se le imponga? Esa pregunta esperanzadora donde una piensa que alguien va a ponerle algún remedio, pero por fin, a algo que terminó por hacerse inaguantable. Ninguna -respondo preocupada  por acogerme a mis principios literales. Pero luego lo matizo mejor: lo que quiero es sólo que me deje en paz, que deje de gritarme que me quiere, y de molestar a las niñas preguntándoles por mí, y  que entienda usted que yo a este individuo no le conozco de nada. Pero él sólo sufrió un interrogatorio altisonante, no más que el mío, quizás hasta más menguado; sí, yo diría que sí, o eso me pareció, y luego, al cabo de un mes, una sentencia de no inculpación a su favor y por tanto en mi contra, y fue como si la condenada hubiese sido yo. Así me sentí, desvalida, como ahora. Maldito demente. Acosador torvo, de mirada torva, ojalá te murieras hijo de puta y ojalá te murieras torvamente; ojalá te murieras pero atropellado delante de mí, para que yo lo viera y pudiera dejar de preocuparme por ti.
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Y anhelo de polvo de cuerno de rinoceronte, o sólo del polvo. Polvo insomne y demoledor, transfuga también en la mañana. Ese polvo único con alguien que comparte el mismo lenguaje: Follar. Esa no palabra.. Y anhelo por tanto inevitable de él. Hombre que lee 'Hyperión' y lleva colgado del cuello el símbolo celta del fuego. Por mí. Esta pacata bruja destronada de su magia alba. Aludes en la sangre, eso ocurre. Turbia como una cornisa alborotada por palomas renegridas. Esto debe ser la menstruación, esta nostalgia delirante. Este vacío de benjuí.
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Y entonces un alboroto al fondo de la calle, y el siciliano que me cuenta lo de sus rodillas...  hace un gesto que es esa mezcla justa de asco y de lástima, y él que no lo sabe, y ellos, todos ellos que me abrazan, incluso los que no me conocen de nada, por pura empatía. Y ahí sí que ya es imposible concentrarse en esta libreta, con el baboseo constante de Homero y la plática inabarcable de la Azucena más loca del jardín. Pero antes de irme me acerco de nuevo a ellos en la mesa próxima en que se han sentado y les ofrezco un recordatorio de besos y abrazos, como si fuera una dosis extra de la vacuna del tétanos. Porque así he sentido a veces que los interpretaban la mayoría de los demás: como rasguñarse con un clavo oxidado, o entrarles tierra sucia en una herida recién abierta. Y tal vez el hombre que lee a Goytisolo, en ese ejemplar firmado por él, versos a la infiel de aquel hotel... tenga razón y hoy escriba desde algo parecido al dolor. Pero esto ya lo hago detenida en las escaleras que llevan a la biblioteca municipal.

- iii -

Leyendo a Punset me encuentro con un término que desconozco: 'las neuronas espejo', descubiertas en 1996 por el equipo de investigación del profesor Giacomo Rizzolatti. Y sin embargo con un modo de interaccionar en el mundo que me es tremendamente reconocible. Ese Eco radar de las visiones... las reales, las distantes, como ayer, de observadora paciente, asiendo jinete, con guante de seda, mano marmorea de Carrara, las riendas de mi inquietud...  Y las imaginadas imaginarias, esas en las ensoñaciones de mis viajes alucinados ... aquellas donde el humo obsceno de la jalea arborea parace ser la conclusión más aceptable, y donde atadas a mi tobillo un centenar de campanillas de plata me recuerdan quién no soy y por eso que debo regresar... Y el alma no se pierde, no, no se confunde  con cualquier averno, por bello que éste sea... en el deseo oscuro de habitarlo.
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Y este amanecer sueño Sueños. Sueños con óxido, con herrumbre, con batires de alas negras. Me despierto casi conmocionada. Apenas me despierto. Tecleo unas letras en el teléfono que reposa en la mesilla de noche, palabras que no buscan ningún consuelo, y ninguna pregunta posterior. Palabras advertencia o luna reflejante. Más espejos. Cuídate digo. Luego vuelvo a cerrar los ojos y sueño de nuevo pero Sueños más caóticos, con vellos erizados en donde asoman los mismos personajes principales. Fenómenos extraños, incomprensibles, espectrales y tal vez por eso mismo subyugantes. Pero estos se alojan callados en el laberinto estanco de esa  pasión que fue un retorno a la Vida pero que quizás ya esté definitivamente desahuciada.
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Más tarde, recibo una llamada. No sé si unos minutos. Despierto. He trasnochado. Ojeo el número. Me debato entre contestar o no. Prescindo. Luego la mujer insiste otra vez. Pero ya he tomado una decisión. El mensaje en el contestador habla de una cita grupal el jueves a las cinco en el lugar acostumbrado y en el que antes esas 17 personas se veían  a diario. Cuatro meses así hasta caer en el hartazgo. Los domingos sin compromiso. Días divagantes sin rumbo y copuladores o inmaculados.
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Me pensaré lo asistir a esa reunión mientras me preparo una ensalada  sin queso fetta y berenjenas... y envidio el sabor agrio de aquellas olivas que esa mujer, que me escribe ahora desde Mythos, me hizo llegar ayer a la tarde. Y también la inconmensurable belleza de la isla de Santorini y caminar por un volcán, y bañarme en las aguas cristalinas de un lago...

- ii -

No lo sé. No sé si me estremezco en el instante en el que él va a penetrarme.  Pero eso fue de lo último, que el hombre que a veces se limitaba a mirar por la ventana, habló... y quizás tiemble contra él como una luna en el agua... Sí, como en aquel beso de mirada  cíclope de Cortazar, un único sabor a fruta madura...  Pero ahora, es el aquí y el ahora de esta tarde frente a otro hombre, aunque éste viste un polo de lacoste de color vino y no una camiseta de algodón sin mangas. Y hay una celebración, una de las más salvajes  que conozco. Una carrera de asnos montados por gitanos disfrazados con pelucones y visajes de bruja y de payaso, esperpénticos rostros, muecas astrágalas, ardides con espuela en la feroz contienda. Como si tanto color y tanto enredo pudiera atenuar el dolor ocre de los palos. Quejidos y rebuznos y un mar de gentes disfrutando de tan profuso, y aborrecible espectáculo. Yo en cambio sólo le miro a él,  pero lo hago antes de esas estrofas de rito pagano. Luego me iré. Y lo hago  angulosa, casi fija, como si fuera una estrella fija, Spica misma o Aldebarán, con ojos de giroscopio. Ojos como concepciones. Hoy puedo. Ese movimiento sísmico que debió suceder estos días atrás  en mis constantes emocionales me lo autoriza.
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Avellaneda extrema, no figura. Se divierte pegándole el esquinazo a su anquilosado padre. Emblemática flor de cañamo, que la hermosa puber,  luce en su garganta. Más estrellas, ojos  condenando como constelaciones ofidios, en esa dicromía inequívoca. Algún abrazo dado en el espasmo de un callejón oscuro tras el amparo de un escenario. Y me fijo en el reloj que adorna la muñeca de ese hombre con el cocodrilo estampado en el pecho, el padre. Tiene un gusto muy caro, sobre todo para un individuo que cerca de los cincuenta ha vuelto a quedarse en la lista de espera del paro. La zurda dice que esta generación de médicos tuvo  mala suerte. Trabajaron rápido, y fueron rotando de centro ambulatorio en centro. Un seguro social hasta que convocaron las oposiciones y los jodieron vivos. Los nuevos sencillamente tenían los conocimientos más frescos, y seguramente más ímpetu académico y más formación. Pero esa enfermedad suya yo diría que sólo es del alma. Esa que le tiene enclavado en esa baja que ya dura meses y que nadie se cree que lo es. Porque las lenguas perfidas son  malas de convencer. Menos mal que su mujer es un valor en alza. Pero él siempre ahí, fiel a esa silla en primera plana, como si fuera aquel monje ruso de mirada endemoniada, porque así lo llama ese calvo nauseabundo, que a mi lado no se pierde ni comba del detalle. Tomándose ese café con hielo que a mí no me han querido servir, y de vez en cuando llevándose a los labios un sorbo helado de JB. Luego llega esta viejecita que se ha quedado aquí, sentada a mi lado. Una de mis viejecitas desángeladas. Como la del otro día. Aquella, ojos y pelo de pájaro. Él la vio. Imagino que en algún momento levantó la cabeza o miró en nuestra dirección, mientras yo enredaba en su teléfono para comprobar el perfecto funcionamiento de su despertador. Me refiero al hombre del fondo del bar. Es que yo tengo esya tendencia, a mezclarlo todo igual que si un domingo fuera lunes o martes, una mala costumbre como otra cualquiera.  Y a mí qué va importarme que esta mujer se siente a mi lado. Si yo voy a hacer lo mismo. Lo mismo que si ella estuviera en cualquier otra mesa. Sólo quiere tomarse un café y encontrar un lugar donde aflojar los huesos cansados. Y aquí hasta los adoquines comienzan a estar ya a reventar. Pero no, café a ella tampoco le sirven. Muy listos los dueños de estos locales. No, hasta que no se acabe la carrera no, la cafetera permanecerá apagada. Entonces ella resignada pide un mosto, y yo por un resquicio atrapo a tiempo mi natural disposición amable y me evito así entrar en otra  conversación banal   de lo más innecesaria. Entonces aún le miro más fija a él, o más angulosa, practicamente adivinando,  al hombre del reloj caro, y hasta que los ojos se me humedecen de esfuerzo improbo. Está planteándoselo, lo sé por esos gestos inconscientes de evaluación que hace. Pero no va a atreverse. Diez contra uno a qué no. Y no. Por supuesto que no. Dobló la esquina sí, pero tras darse cuenta de que yo aún no me había alejado calle abajo. Nunca lo sabremos ya. Porque en realidad si alguien tiene que seguir a alguien, en este presente debe ser un requisito indispensable que sea él a mí, como lo fue la última vez. Es que... ¿para qué sirven los errores reincidentes si no?
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Y aquel lapislazuli no era tal. Fue una turquesa. Así que las casualidades se estancan, y ya no me importa haber perdido el cordón que me unía todavía a mi amatista pero tendré que encontrar otro regalo de cumpleaños. La zurda cumple cuarenta. Y el de la filatelia, en un ineficaz intento, no sé si de agradarme o de hacer otra venta más, quiere aproximarme a  un cuenco, fabricado, eso sí, con lapislazuli, que dice que se encuentra en el escaparate. Y que no, buen hombre, que no, ni tampoco una campana tibetana, ni una sortija espectacular y estridente con una araña roja, ni esa bagatela hortera de color azul. Madre mía, que cara pondría la zurda si me atrevo a pedirle que se ponga eso. Pero he de reconocer que me quedo con las ganas de otra de mis piedras aunque para mí, porque siento una extraña ausencia en el pecho desde que la noche del jueves me la arranqué. Casi como si en lugar de ser un cuarzo con destellos morados, hubiese sido un fragmento de mi esternón.
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Y busco a Dan Simmons en la biblioteca, en la sección de literatura en lengua inglesa pero 'El regreso de Hyperión' no es 'Hyperión', o por lo menos, yo no veo en la contraportada ninguna referencia a esas anotaciones que tomé en mi cuaderno: Señor del Dolor, Esperanzas Imposibles. Porque ese era el libro, que a ratos leía, aquel hombre del fondo del bar. De todas formas ya tengo entre mis manos un librillo de poemas. 'En la Masmédula' de Oliverio Girondo, ese mismo al que le importaba un pito que las mujeres tuvieran los senos como magnolias o como pasas de higo... pero también aquel que era irreductible, y que no les perdonaba bajo ningún pretexto que no supieran volar... Sentimos en el jadeo, apostilla la editora por detrás. Y yo rebusco entre sus páginas, en el sosiego de un banco apartado en un parque inglés, algún jadeo que horadar... tal vez: '..el amor terco a todo/ el amormor pleamante en colmo brote totem de amor de amor...'
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Y mientras me voy, observo algo tan absurdo que me detengo ahí mismo a registrarlo. Una mujer, ya sesentona, le explica a un matrimonio que si tuviera un nieto y no ese pequeño schnauzer negro, le habría comprado un globo en forma de fauna de colores y no esa temerosa araña de feria alojada en el extremo de una cuerda elástica. Y recuerdo a la niña de la puerta del aseo. Lo furiosa que se puso cuando llamé a su cebra fucsia, cebra y no caballo. ¿No ves la cola y las crines? -me dijo acarciándola. Sí, claro, he sido muy torpe. Lo siento. Pero cómo era tan evitable quizás ser la primera en decirle que no... porque en mi caso, quizás esté aprendiendo... Antes me habría parecido tan inaceptable no desengañarla.
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Y dos trenes colisionan en Egipto y el balance de muertos también se aproximaba ya a la sesentena. Y eso fue lo último que suspiré del mundo antes de encerrarme aquí.

- i -

Me siento un poco confusa.

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Hay un hombre sentado al fondo del bar. A veces lee un libro del que no imagino el título pero del que pienso que será alguna trama futurista, a veces revisa un pequeño cuaderno de tapas gruesas y anota algo en él.  Parece una de esas agendas atípicas que no se ven en estas tiendas de los alrededores. A veces habla por teléfono y sonríe y a veces simplemente se limita a mirar a la calle como la miro yo. Y a veces ...

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